Hoy en La Llave Azul hablamos de cortometrajes, fritanga y sangre. Y hablamos, ante todo, de talento "made in Cantabria".
por Jesús Choya.
Borja trabaja desde hace años en la cocina del restaurante de comida rápida de su tío José aguantando el trabajo duro de las freidoras y soportando los desprecios y humillaciones de su encargada hasta que un día, un accidente fortuito en la cocina dará un giro en su vida y en la de los que le rodean…
Uno de los cineastas más interesantes del cada vez más prolífico panorama cortometrajista cántabro, Felipe Gómez-Ullate (fundador de Frunfo Films), no solo firma en Bobo Frituras - su recién presentado último trabajo - una divertidísima obra auto conscientemente "trash" sino también su más contundente exposición de talento. Gómez-Ullate (La bocina) crea una suerte de carismático e incónico vengador tóxico salvaje, brutal e hilarantemente gore enmarcado en un retal cinematográfico de diversión sin freno y una - tecnicamente muy medida - locura absolutamente disfrutable.
Eficaz como ligero y orgullosamente insustancial divertimento pero arrebatador como demostración (brillante) de estilo, Bobo Frituras sabe como manejar la implícita y explícita tensión en su frenético ritmo y construir una atmósfera sucia y tóxica - grasienta, en definitiva - que sirve de cálido y magnético pilar sobre el cual, Gómez-Ullate, desarrolla el compendio de situaciones y desagradables asesinatos que pueblan la cinta demostrando, al mismo tiempo, un derroche de ingenio y entusiasmo.
El spot publicitario del restaurante de comida rápida Jose's, elemento por sí solo protagonista del relato, sirve de perfecta presentación para casi un cuarto de hora de gamberrada desmedida y desmadrada que se desdobla en una sucesión de brutalidades (perfectamente presentadas gracias al enorme trabajo del equipo técnico), cometidas por un anti-héroe mutante (Javier Amigo) harto de vivir sometido a las precarias condiciones laborales del negocio familiar, y tiene su colofón en un irónico y macarra final que funciona a la perfección como cierre del cortometraje.
Se trata, en definitiva, de un original, desternillante y estimable cortometraje empapado de la más pura serie B que ni homenajea ni caricaturiza sino que, sin pretensiones, ofrece un rato excelente cargado de humor negrísimo y un despliegue técnico impresionante para una producción de estas características. Con interpretaciones solventes (hay que destacar al "villano" Fernando Girau) y una estupenda dirección que transmite el punto certero de terror, el desmadre técnico y narrativo que es Bobo Frituras constituye un imprescindible y más que apreciable, notable entretenimiento de evasión. Mucho éxito para la obra definitiva de un director al que ya espera, paciente, el largometraje.
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