llega a los cines malditos vecinos, una comedia con el sello de judd apatow. no trasciende ni aporta nada nuevo, pero logra su objetivo de hacer reír, que ya es mucho.
Por Miguel Delgado
Sin duda uno de los
nombres más importantes de la comedia americana actual es el de Judd Apatow, para bien o para mal. Con
solo un puñado de películas dirigidas por él, pero con muchísimas producciones
a sus espaldas, ha asentado las bases toda película cómica que se precie a día
de hoy. Con su cine, dio un giro a las películas centradas en jóvenes que
buscaban desesperadamente perder la virginidad para centrarse unos individuos
bastante más maduros en lo referente a la edad, que no mentalmente. No es
descabellado decir que ha creado un movimiento cinematográfico, en el que
podemos encontrar tanto delante como detrás de las cámaras un grupo como poco
interesante. Entre estos nombres se encuentran dos que traen a nuestras
pantallas esta semana Malditos vecinos:
El actor (y en ocasiones guionista y director) Seth Rogen y el director Nichollas
Stoller. Ambos se han visto en numerosas ocasiones bajo el ala de esta ola,
y aunque Apatow no figura en los créditos
de este nuevo film, su nombre planea sobre él en todo momento.
Malditos vecinos trata sobre la rivalidad que surge entre una pareja de mediana edad que
acaban de tener un bebé y una destructiva fraternidad que se trasladado a la
casa de al lado. La película en este caso se abre a dos frentes: por una lado
nos encontramos con los personajes típicos de las comedias de los 2000, gente que tiene que afrontar un
nuevo estado de madurez para adaptarse a los retos de la vida; y por otro los
típicos de films referentes a fraternidades y estudiantes que solo piensan en
montar las fiestas más grandes y ruidosas posibles y en tener sexo con cuantas
jóvenes puedan. En este punto tampoco estarían muy alejados de personajes de
películas como los de la saga American
Pie. En ambos bandos nos encontramos chistes comunes, algunos más típicos
que otros, pero sin duda lo que más miedo podría provocar sería que la unión de
estos dos estilos diera lugar a un pastiche difícilmente soportable. No es el
caso, y de hecho (y como debía ocurrir) los mejores momentos quedan relegados a
este choque generacional de estos individuos y a la guerra abierta que se
declaran.
En gran parte todo
funciona porque es una película que se nota hecha con ganas. No hay más que ver
el reparto actoral, se nota que se lo han debido pasar en grande a la hora de
realizar la película y lo transmiten al público. A Seth Rogen esto ya le sale solo, con todo el bagaje que tiene en este
tipo de papeles y películas. Más sorprendentes resultan Zac Efron, perfecto para lo que se le requería, y Rose Byrne, a la que no está el público
tan acostumbrado a ver en estos fregados, y que posee mucha química con Rogen, a pesar de estar un poco forzada
en alguna escena. Nada que moleste tampoco. El resto del reparto, en el que
encontramos nombres como Dave Franco
o Christopher Mintz-Plasse, realizan
el papel de secundarios comparsa, perfectos en su función aunque no lleguen a
resultar entrañables (los amigos de la pareja protagonista daban para más).
Entre sus numerosos aciertos también se apuntaría un acertadísimo uso de las
referencias culturales, momentos de slapstick
puntuales que no desentonan en absoluto, y en general un humor políticamente incorrecto
que no llega a cruzar la barrera de lo burdo.
Sabiendo que habrá
bastantes risas, aclarar que no estamos ante una obra que vaya a reinventar
nada. Bebiendo de varias fuentes, sabe crear un conjunto compacto, pero tampoco
hay nada que no se haya visto antes, ni algo que se vaya a imitar en el futuro.
No hay en sus fotogramas ningún hallazgo visual o técnico más allá de una
correcta realización general. Tampoco se le puede culpar de ello. Es un
producto exclusivamente creado para hacer reír durante la hora y media
aproximada que dura, y vaya si lo consigue.
Tal vez en algún momento la
narración se tambalea ligeramente, pero los guionistas Andrew J. Cohen y Brendan
O'Brien siempre encuentran por donde salir de manera acertada y sin que se
pierda el interés. No se retiene mucho
tiempo en tu cabeza, pero sin duda se disfruta durante su visionado y consigue
lo más importante, que el humor funcione y lo haga pasar bien. No es una obra
de grandes aspiraciones pero tampoco lo pretende, y desprende un buen hacer por
todos sus implicados que es de agradecer. Eso sí, deja una escena de lo más
inspirada y que seguramente sea recordada dentro del humor reciente, que es esa
desternillante y absurda fiesta “De Niro”. Escena concisa, nada estirada, que
funciona de maravilla y que provoca sonoras carcajadas. Para pasárselo bien.
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