Tony Stark es Iron Man

Recuperamos el giro más radical en la filmografía de Marvel. En Iron Man 3 el tono cómico empapa la enésima aventura heroica del carismático Robert Downey Jr con la que el estudio dio el pistoletazo de salida a su "fase 2". 

La crítica contiene detalles relevantes sobre el desarrollo de la trama.

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Marvel ha creado, y sostiene, uno de los modelos más beneficiosos para la industria cinematográfica desde la vuelta del 3D con Avatar. Si bien es cierto que desde hace tiempo han existido las franquicias que se han podido aprovechar para sacar más dinero, a largo plazo, del espectador fidelizándole - uno de los casos más famosos e incluso revolucionarios fue Harry Potter que incluso estiró el material original dividiendo su última parte en dos películas, marcando precedente ya común - y que las productoras llevan años explotando el tirón de las sagas literarias superventas para llenar sus arcas, Marvel ha conseguido aunar espíritu y mercado en las adaptaciones al celuloide de sus populares cómics. ¿Cómo? Es evidente que el caso "vengadores" de Marvel es prácticamente único: DC intenta desesperadamente conseguir su propia cuadrilla superheroica, 20thCentury Fox ambiciona con revitalizar las franquicias de X-Men y Los cuatro fantásticos y Sony exprime al máximo, con más ímpetu que fortuna, su licencia comercial de Spider-Man. La clave, el comienzo de una era en los estudios creadores de algunos de los más conocidos superhéroes está en Iron Man (2008) El filme de Jon Favreau suponía una auténtica demostración de cómo hacer un cine de superhéroes divertido y dinámico que ha servido como perfecto precedente. El ciclo se cierra (o vuelve a empezar) con el final de la trilogía de Tony Stark, con el comienzo de la FASE 2 del estudio.

Shane Black llevó al estrellato a Robert Downey Jr (Kiss Kiss Bang Bang) y la sorprendente perspectiva que da al rol del actor en el cierre de su trilogía es francamente intersante. El director y guionista es conocido por su capacidad para realizar unas obras divertidas con acción hipnótica, por ser capaz de generar diálogos inteligentes a la vez que dinámicos. Y pese a que podría haberle pesado el cargarse de la responsabilida de un blockbuster de estas características, Black acierta de lleno al dar un giro radical de género y tono respecto a las dos entregas anteriores de la saga. Durante todo el metraje veremos a un Tony Stark que solo en contadas ocasiones porta su traje e identidad de Iron Man. Por ello se percibe un mensaje claro en la obra: el traje no hace al superhéroe, sino viceversa. Este análisis introspectivo del personaje vendrá acompasado por una personalidad afectada por los sucesos ocurridos en la taquillera y anterior Los Vengadores.



Stark es vapuleado por los recuerdos. Uno de los principales temas de Iron Man 3 es como la destrucción de Nueva York y la inmersión en el agujero de gusano del personaje en la pasada entrega de la factoría afectó a Tony Stark. Debido al impacto de los acontecimientos y a su reflexión interior, Tony Stark deberá seguir un viaje, emocional y real, en busca de respuestas, donde además deberá enfrentarse a su pasado. Es indudable y perceptible la evolución que se ha producido en Stark durante estos tres filmes; en esta ocasión el enemigo está creado por él mismo, es fruto de sus acciones pasadas. Debe centrarse y solucionar los males que causo.

La búsqueda de su propia identidad a partir de esa batalla propiciará el tratamiento de otro tema de gran interés y calado: el post-11S. Las referencias a la catástrofe de Nueva York y al nuevo terrorismo explosivo con el supervillano inicial representado como un terrorista islámico y las repetidas frases, con doble sentido, tal que “nada ha vuelto a ser igual desde Nueva York", enfatizan el cambio de la sociedad estadounidense en el mundo Marvel con muchos paralelismos al atentado que conmocionó al mundo. Pero la propia película juega a su favor, esta idea preconcebida generada por desechos como El hombre de acero ayuda a generar un verdadero cambio en la forma en la que vemos este movimiento cinematográfico. Por medio de un giro argumental comprendemos como se busca el crear una imagen a la cual odiar para obviar los auténticos problemas.



La revelación de la autentica identidad del Mandarín consigue ser una completa sorpresa. Trevor se erige como uno de los personajes más carismáticos de todo el universo cinematográfico de Marvel y también como uno de los más divertidos gracias a una increíble interpretación de Sir Ben Kingsley, capaz de llenar la pantalla solo con su presencia. Realmente este giro en la narración funciona en tres campos: 1) La sorpresa en el sentido más visceral, absolutamente inesperada. 2) Temáticamente funciona como representación de la idea anteriormente mencionada de la visión de una realidad donde se busca una imagen de un culpable para tapar a las verdaderas causas del conflicto y 3) Es muchísimo más inteligente que añadir el estereotipo de cómic racista que en su persepectiva más "seria", el personaje podía constituir. El giro argumental de Black funciona en todos los sentidos, cosa que no consigue JJ Abrams en ninguno de sus trabajos ya que no logra lo que si se consigue en ésta: combinar el efecto sorpresa del giro en su sentido más explícito con una continuación regular de su trama tras el mismo.

Sin lugar a dudas se trata de la mejor película de la trilogía pero en ella, como en todas las demás, los fallos abundan. Ya sea por los errores de caracterización y consistencia en el universo o por las excesivas e innecesarias escenas de acción (necesarias comercialmente al tratarse de un blockbuster superheroico). Mas pese a que un Shane Black reprimido ha causado estos notables problemas, el resultado final deja un sabor satisfactorio. Un buen cierre a la trilogía de Iron Man y un muy buen comienzo de esta Segunda Fase de Marvel.

Iron Man 3 (íd, EEUU - 2013) | Una reseña de Nacho Vázquez

 

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