Atlántida Film Fest | Segunda crónica


Centramos nuestra atención en tres filmes del Atlántida Film Fest. Por un lado, The Selfish Giant, un aplaudido drama social británico basado en un relato de Oscar Wilde y que recuerda al cine de Ken Loach. Por otro, Casting, una muestra del mejor "indie" nacional. Para finalizar, viajamos hasta los cines más alternativos de Francia en Reel Dreamers, un cinéfilo mediometraje documental.


La gente es la que hace posible el cine. Puede ser una realizadora que transforma desde el humanismo un relato pasado y lo convierte en una situación actual. O un grupo de actores que, dentro de una película, reviven una y otra vez lo difícil que es introducirse en un mundo que les rechaza constantemente. O los dueños de las salas pequeñas, gracias a cuyo esfuerzo los espectadores pueden seguir practicando el ejercicio de la cinefilia. Películas como The Selfish Giant, Casting o Reel Dreamers, presentes en el Atlántida Film Fest, refuerzan la importancia del individuo en cualquier aspecto del cine, ya sea en su ejecución, interpretación, producción, distribución o exhibición.



En 1888 Oscar Wilde publicó su cuento El gigante egoísta, sobre un ogro que observa impotente cómo se va deteriorando el hermoso jardín que posee, condenado a un eterno invierno, tras echar a unos niños que habían ido allí a jugar. La directora británica Clio Barnard parece ver una versión actual de ese desolado jardín en una zona pobre de la ciudad de Bradford. Tomando como libre referencia la historia de Wilde, sitúa allí The Selfish Giant, que se convirtió en la película revelación de su país el pasado año, presente en el Top 10 de Sight & Sound, y ganadora de los premios a la mejor película británica de la Asociación de Críticos de Londres, mejor guion en Sevilla y el Europa Label Cinema en la Quincena de los Realizadores de Cannes, entre otros.

Tras su primer largometraje documental, The Arbor (2010), Barnard se pasa a la ficción de manera menos experimental y más cercana al estilo realista de compatriotas como Andrea Arnold (Fish Tank -2009-), con un componente social heredado del Ken Loach más comprometido. Arbor y Swifty son dos chicos pertenecientes a un entorno disfuncional, cuya marginación por parte de sus compañeros (uno por ser hiperactivo, y el otro por ser hijo de un moroso) les ha hecho crear un fuerte vínculo. Las aspiraciones de ambos no son en absoluto elevadas: quieren ganar dinero para solucionar los problemas económicos de sus respectivas familias. Para ello, empiezan a robar mercancía para vendérsela a un comerciante de chatarra, que se aprovecha de ellos. Resulta llamativo que la película de Barnard comparta el protagonismo de la misma profesión y el mismo espíritu de denuncia con el reciente último trabajo de Danis Tanovic La mujer del chatarrero (2013), y, al mismo tiempo, haga gala de los mismos problemas. En un ambiente tan fuertemente marcado por la tragedia, Barnard, al igual que le ocurría a Tanovic, no puede evitar dejarse llevar por cierta exageración del dramatismo, traspasando la línea del realismo que quiere transmitir. Esto se aprecia en determinados primeros planos, bastante sensacionalistas. Con todo, The Selfish Giant es un hermoso y triste relato sobre la amistad, en el que la directora es capaz de captar a los niños en toda su frescura, especialmente a Conner Chapman, que realiza una intensa y profesional interpretación.



Hace ya más de un año, una pequeña película coral sorprendía en el Festival de Málaga obteniendo los premios de mejor actor y actriz de reparto para todo el conjunto de sus actores. Presente ahora en la Sección Oficial del Atlántida Film Fest, esta película es Casting, escrita y dirigida por Jorge Naranjo. Para su ópera prima, Naranjo parte de una trilogía homónima de cortos que realizó en 2011, tomando al personaje del primero de ellos, Javi (Javier López), y convirtiéndolo en el protagonista del largometraje. Se trata de un joven actor desencantado con su vida y su profesión, que intenta conseguir papeles sin ganas, y cuya relación con su novia hace aguas. En el último casting al que acude conoce a Esther (Esther Rivas), una chica alegre e inocente que tratará de hacerle ver las cosas de otra manera. En torno a ese casting van a ir pasando diferentes personas con sus problemas y sus inseguridades, sin saber que, entre lágrimas, la vida de casi todos está a punto de cambiar.

Casting es una película de esencia fundamentalmente indie, desde su temática de esa juventud hastiada que deambula por las calles de Madrid, hasta la música y la utilización de las canciones de Julio de la Rosa. Su aparente sencillez formal a veces se rompe, sorprendiéndonos con momentos estéticos muy cuidados y de gran calidad técnica, como el del episodio que está contado como un cómic. En cierto sentido, Casting está en la línea de Ilusión (2013) de Daniel Castro, como película que retrata de forma simpática y amable los problemas a los que se enfrentan aquellos que quieren hacer cine (en este caso desde el punto de vista de los actores), con intérpretes que hacen de sí mismos (incluidos los cameos, que aquí incluyen, entre otros, a Daniel Sánchez Arévalo o Raúl Arévalo), dando lugar a una realidad ficcionada. Podríamos entender el film de Naranjo casi como una metáfora del cine low-cost, que película a película va haciendo un casting frente al público, para demostrar su valía y encontrar su sitio en el panorama cinematográfico.



Y hablando del cine más independiente, pocos temas puede haber más interesantes en torno al mismo que el de las salas donde se proyecta, y los exhibidores que luchan por mantenerlas abiertas. Este es el argumento de Reel Dreamers, un documental de producción italiana que hace un bohemio recorrido por algunos locales de París, como son Studio 28, Action Christine, Le Balzac, Studio Galante o La Fimothèque du Quartier Latin, en las que sus responsables nos cuentan algunos de sus trucos para sacarlos adelante. Por tema y localización, la película tiene cierto encanto ganado. De este modo, no se puede evitar la sensación de que, siendo conscientes de ello, los directores Silvia Angrisani y Lorenzo Cioffi han dejado todo a la nostalgia y la amabilidad, y no se atreven a profundizar en el tema fundamental que tienen entre manos.

Es un documental básico, tanto en su ejecución como en su contenido, que se queda en un conjunto de anécdotas divertidas sin mayor trascendencia. La película nos muestra la vida interior de las salas, desde la sala de proyecciones hasta el bar o el despacho de los exhibidores, y también el exterior, la cara que da a la calle, que hace que el cine forme parte de la vida de los barrios. La cinta hace alusión a la independencia de estas salas, en todos los sentidos, ya que cada cine tiene que crear su propia programación personal. Puede que este sea el tema al que más espacio se le dedica, al de la programación, pensada para atraer a los espectadores, que son quienes finalmente consiguen que esas salas puedan seguir vivas. Al final, la única lástima de Reel Dreamers es que acabe tan pronto (dura apenas 40 minutos), y deje con ganas de saber más.

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