Juego de Tronos Reloaded


El gran plan de futuro de Marvel realizado, a la postre, como reinvención del cine blockbuster es un hecho que hay que destacar por encima de todo. Es envidiable, encomiable y astutamente irrepetible el patrón que han logrado idear para que película tras película pueda resultar todo tan parecido pero a la vez tan singular. Todo forma parte de un plan aún mayor por el cual lo que se desea es figurar en las referencias del cine contemporáneo.



Hay que englobar todo en el contexto de las mentes que idean estos planes. Con la conocida como Fase I terminada (con Los Vengadores de Joss Whedon), la nueva Fase II del plan Marvel quedaba inaugurada por el estreno de Iron Man 3 dirigida por Shane Black (curiosamente, la más que segura última película en singular para el personaje de Robert Downey Jr.). Tras ello, todo queda impregnado por una pátina de referencias en el universo de estos personajes (cameos, personajes secundarios recurrentes, continuas referencias a aquello que pasó en Nueva York…), una extraña endogamia que no resiente el conjunto.



Desde este punto de vista, podría considerarse Thor: El mundo oscuro como el verdadero comienzo de la Fase II, aquella por la cual el mundo tal y como lo conocemos ha cambiado y asume que hay seres extraterrestres que pueden convivir con nosotros, y al final, salvar el mundo. Esta nueva película es mucho más divertida y a la vez más entretenida que la anterior. En este caso, se dejan de lado todas las referencias shakesperianas (momento cumbre en Los Vengadores cuando Tony Stark pregunta “¿Sabe vuestra madre que os vestís con sus ropajes?” ), que hacían que el primer Thor de Kenneth Branagh, sumieran al espectador en el mayor de los tedios.



William Shakespeare a un lado, Thor (con un Chris Hemsworth, por fin, seguro de su personaje) no deja de estar en medio de un capítulo muy bien presupuestado y con altas dosis de esteroides y fantasía de Juego de Tronos (comprensible que Alan Taylor, el director, también dirigiera varios episodios de la serie de HBO). Intrigas de palacio, traiciones bien calculadas, hermanos resentidos o padres que conocen mejor cómo ser reyes antes que padres. Sorprende, no obstante, cómo la mayor parte del metraje transcurre en el Reino natal de Thor, Asgard, arriesgando a que el espectador medio pueda verse menos atraído por esta propuesta, que se resuelve situando el clímax final en mitad de Londres.



Es cierto que el punto de partida de la trama está algo manido: un elemento maligno, conocido como Éter, que es liberado tras miles de años, y hete aquí que el malo maligno despierta. Pese a esta propuesta tan poco original, es la labor de producción la que realiza un trabajo que resulta de lo más gratificante, con una dirección artística muy cuidada en Asgard, y una fotografía realmente sorprendente y nada plana, para lo que nos tiene acostumbrados este tipo de películas.



Al fin y al cabo, esta es una película de personajes, en el que la mayor parte del tiempo el espectador asiste en primera fila a todos los tejemanejes que puede haber por el poder. Es destacable el empeño de todos sus actores, que en algún tramo tienen sus momento de brillo, sobre todo Tom Hiddleston, sabiéndose el dueño de cualquier función; y desechando totalmente el talento de Natalie Portman, en un personaje de mujer florero en mitad de esta historia.



Pero al final, todo forma parte de un plan mayor, en el que esta película es una pequeña pieza de un puzzle que se antoja divertido. Al menos, con Thor: El mundo oscuro, asistimos a una puesta en escena más formal y seria que sus predecesoras, en la que ya no existe presentación de personajes, y en la que la historia, como tal, tiende a ser la protagonista. Que, al fin y al cabo, es el objetivo de toda película.

redactor de La Llave Azul | San Sebastián




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