58 Seminci | Cuarta Crónica


Martes, y el cansancio arrastrado pesa un poco. Nos despertamos y nos dirigimos a ver la proyección de la mañana: la polaca Papusza.


Se trata de un drama biográfico sobre la primera poeta gitana que publicó su obra en Polonia por lo cual fue repudiada por todos los romanís, que la acusaban de haber traicionado a su pueblo y de haber desvelado sus secretos. La espectacular y bellísima fotografía en blanco y negro es lo más destacado de este filme, el resto acaba por resultar tremendamente aburrido. No le quito méritos porque las interpretaciones, el contexto y, repito, la fotografía son excelentes pero a las nueve de la mañana una película en polaco de casi dos horas y media… puede con cualquiera. Como en La Llave Azul somos muy sinceros, os voy a confesar que di alguna que otra cabezadita… y no fui la única porque media sala estaba dormida. El cansancio pesa. No puedo deciros mucho más de ella porque no quiero juzgar en demasía algo que no he visto por completo.



Por la tarde a las 16.30h tenía sesión con la belga Marina. El día anterior en el pase de prensa los comentarios no eran muy halagüeños pero yo mantenía mis esperanzas. Y éstas se superaron con creces. No sé si es carne de cine de barrio, no sé si es adecuada para el festival pero Marina es vida. Cuenta la historia de un muchacho italiano, Rocco, que se ve obligado a trasladarse junto a su familia a Bélgica ya que su padre tiene trabajo allí en la mina. En la época en la que la película está situada, década de los cuarenta-cincuenta, era muy frecuente que los italianos emigraran para trabajar las minas belgas. Le vemos de pequeño, acudiendo a la escuela e intentando aprender la lengua. Es maravilloso ver el contraste italiano / flamenco que se da durante toda la película, ya que entre la familia hablan en la lengua del país de la pizza pero el resto del film está rodado en flamenco. Rocco toca el acordeón, y lucha por comprarse uno nuevo para presentarse a un concurso aunque su padre no le apoya, él no deja de perseguir su sueño. Y en Bélgica vive. Vive al máximo, luchando por sus sueños, haciendo amigos, enamorándose de una rubia por la que tampoco se rendirá. Marina es amor, es amistad, familia. Es Italia y Bélgica. Y, sobre todo, es música. Quién no haya salido de la sala cantando la canción de “Marina” no es humano. Entretenimiento puro, diversión y un trasfondo muy importante: lucha por lo que deseas y sueñas. Quizá se cumpla, quizá no, pero al menos lo has intentado.

Canturreando “Marina” me desplazo bajo la lluvia vallisoletana hacia los Cines Broadway para ver a las 19:30h Stockholm, que se presentaba dentro de Spanish Cinema. Una auténtica maravilla, señores. No tengo más que decirles, en breve tendréis un especial en el blog sobre esta película. Bravo Sorogoyen. Bravo Javier y Aura. BRA-VO. Viva el cine español.

Mañana más y esperemos que aún mejor con I'm the same, I'm an other, Metro Manila y Omar.

Beatriz Fradejas
redactora enviada a la 58 Seminci

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