Regreso a la Historia

"La fotuna favorece a los valientes"
 
Con esa frase proyectada en un fondo azul comienza el relato que Oliver Stone ha querido llevar a cabo sobre Alejandro Magno; y como un valiente que vuelve a enfrentarse a una fiera indomable, el director acomete un cuarto montaje (promete que último, The Ultimate Cut) de su película Alexander.

El propio Oliver Stone asegura que este montaje es el definitivo, porque se acerca al guión que escribió para la película, de una duración total de tres horas y 45 minutos. Hasta ahora, nunca había estado conforme con los montajes realizados, y mucho menos con el originalmente estrenado en 2004, obligado por el estudio a tener una duración menor a las tres horas. Este montaje es la historia que Stone siempre quiso mostrar en pantalla, no las vivencias de un emperador ambicioso y conquistador infatigable, sino el porqué de su ambición y la falta de fatiga en sus conquistas.



Stone ha querido centrarse en la relación entre Alejandro y su madre Olimpia (una soberbia Angelina Jolie que aquí adquiere un protagonismo mayor a la vez que somos capaces de admirar una gran interpretación). El filme quiere que entendamos que Alejandro el Grande no está conquistando, sino que está huyendo de su madre, de una madre totalmente manipuladora y desquiciada que no obstante quiere lo mejor para su hijo. Alejarse de su casa es también alejarse de su padre Filipo (Val Kilmer en un regalo de personaje) y del recuerdo de la posible culpa de Alejandro en el asesinato del mismo. Es por ello que los miedos del personaje de Colin Farrell salen a la superficie, mostrando un personaje lleno de inquietudes que aprovecha su situación política para poder evadirse.

Las escenas bélicas, majestuosamente filmadas, abren y cierran este montaje, siendo la batalla inicial en Gaugamela un ejemplo de montaje y organización fílmica. Estos nuevos cuarenta minutos logran que olvidemos que estamos ante el relato de un emperador que logró la gloria con apenas 25 años, sino que estamos ante un hijo roto, un amante dudoso y un padre tardío.

Oliver Stone logra su propósito, y después de 10 años, consigue poder compartir con el público su visión de la Historia. Una Historia que se reescribe con cada línea escrita. No es la mejor película del director, pero sí un ejemplo de la ambición de un cineasta por hacer llegar su mensaje.






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