Con honrosas excepciones, el cine de acción y en concreto ese subgénero coloquialmente denominando como “de tiros” lleva tiempo herido de muerte. Cada nuevo estreno es una aglomeración de tópicos y lugares comunes mayor que el anterior. Una copia de una copia de una copia… Todo suena a visto y oído. Da la impresión de que solo cambia el título y, acaso, los actores.
Películas rodadas con desgana, casi calcos de lanzamientos previos que llegan a producir un efecto insospechado en un producto de estas características: tedio. Estamos ante un pecado imperdonable para cintas pensadas para usar y tirar cuyo único objetivo es entretener al respetable durante dos escasas horas de su vida.
Echando un vistazo rápido a 2 Guns (2013), la película ahora reseñada, parece que estamos ante un ejemplo paradigmático del conjunto antes mencionado. Protagonizada por dos actores de moda veteranos en el género en cuestión como son Denzel Washington y Mark Wahlberg y dirigida por un cineasta con cierta experiencia pero poco prestigio, el hispano-islandés Baltasar Kormákur, avalado por el (comedido) éxito en taquilla de su anterior trabajo, Contraband (2012), que precisamente contaba también con Wahlberg entre su reparto y que, para rizar más el rizo y por si quedaban dudas del problema al que se ha hecho referencia en los primeros párrafos, era un remake de la islandesa Reykjavík-Rotterdam (2008).
Aún hay más: al pastiche anterior hay que añadirle un guión de Blake Masters, cuya obra previa prácticamente se limita a series de televisión policiacas bastante mediocres, adaptando un cómic no demasiado exitoso de Steve Grant, que tampoco cuenta con mucho prestigio en el mundillo del Noveno Arte.
En efecto, 2 Guns cuenta con todos y cada uno de los elementos para ser otro subproducto más destinado a tener un paso por taquilla lo suficientemente decente como para que la maquinaria siga funcionado pero sin dejar huella alguna, y bien cierto es que no deja ningún poso en el espectador, aunque hay que reconocer que la película consigue superar sus pobres expectativas de entrada para ofrecer un entretenimiento bastante digno.
La trama se va desvelando torpe y atropelladamente de forma que cualquier presunto giro del guión pierde fuerza y queda diluido en una historia vista mil veces, los personajes carecen de cualquier interés y nunca se entienden sus motivos (especialmente descuidado el papel de la chica de la peli, Paula Patton), pero contra todo pronóstico el tándem formado por Washington y Wahlberg funciona y consigue levantar la función.
La química que emana de esta extraña pareja es el ingrediente que le da un toque especial a 2 Guns, un toque suficiente para elevarse por encima de la media de este tipo de productos y constituir un divertimento olvidable pero legítimo.
Sus continuos enfrentamientos, chascarrillos y one-liners son lo mejor de la película, consiguiendo dotar al conjunto de un tono cómico que le impide tomarse en serio a sí mismo. En esta asunción de su propia ligereza y en su falta de ambiciones radica el punto fuerte de una película que simplemente ofrece poco menos de dos horas de simple entretenimiento.
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