El 2013 según... Jonathan Sedeño
redactor de La Llave Azul | San Sebastián
Hacer balance del año es hacer balance de los highlights, ¿no? Al fin y al cabo, eso recordaremos en el futuro. Las películas que nos encantaron, las que aborrecimos, las que nos sorprendieron o decepcionaron. Los regresos esperados o las ausencias resultantes. Un top de lo mejor del año no es la mejor manera de describir un año de cine, ya que solo abre puertas a intentar ver cada vez más cine y descubrir por qué una película puede o no satisfacer nuestros gustos.
Pero el balance, desde mi humilde opinión, es positivo. No tan grandioso como siempre se espera que sea, pero no por ello menos gratificante. Porque un año en el que Paul Thomas Anderson estrena una película, siempre es un buen año. Aunque luego todo el mundo ignore tan obra maestra. 2013 será recordado por ser el año en el que Argo ganó el Oscar a mejor película a costa de ningunear a su director.
2013 será el año que recordaremos porque Baz Luhrmann tuvo la ocurrente idea de versionar El gran Gatsby y darnos una versión tan masticada y explicada que resultaba todo artificio. Y para alguien decir que es todo artificio, no estoy seguro de que sea un piropo. Guillermo Del Toro quiso para el apocalipsis con sangre y hierro pero apenas hizo ruido; pero el desastre de producción de Guerra Mundial Z pudo hacernos olvidar el sol de agosto.
2013 nos dio Donosti, en el que pude sumergirme cada día. Ser capaz de revisitar Alejandro Magno con la presencia de Oliver Stone, disfrutar como un enano de Las brujas de Zugarramurdi con otras 3000 personas e incluso asistir en primera persona a una oda al cine como ha sido Gravity.
Puedo recordar 2013 por las grandes interpretaciones que nos ha proporcionado. Las mejores, obviadas. Las mediocres, encumbradas. Es la lacra de estos tiempos. Un Michael Douglas muy pero que muy homo, un Tom Hanks de vuelta de todo sobre un barco, un Mads Mikkelsen saltando a primera plana o una Emmanuel Riva capaz de hacernos sentir lástima.
Es difícil no hablar del cine español, pero este año no ha brillado. Siempre hay varios ejemplos de gran calidad: Caníbal, La gran familia española, La herida… Pero la situación de nuestro cine empieza a resultar repetitiva, ofreciendo filmes que no son aptos para todos los públicos, no del gusto de todos los estómagos. Un cine no puede sustentarse bajo cuatro grandes nombres si sus propuestas no son las adecuadas y coinciden en naufragar con obras muy menores. Debemos luchar por hacer del cine español un cine de referencia a nivel español. No a nivel europeo, no a nivel mundial. A nivel español. Llevar a la gente al cine y darle lo que quiere. El cine es consumo y la gente elige qué consume. Hay que luchar por un modelo competitivo, atrayendo a ese público esporádico, no el especializado.
2013 debe ser un punto de inflexión en la memoria. Ese es mi balance. Recordar este año como un punto y aparte en las conciencias de las personas que viven del cine, ya sea haciéndolo, vendiéndolo o humildemente escribiendo sobre él. Y no solo el cine español.
Pero, definitivamente, 2013 han sido 12 años de esclavitud y ha sido una Caza. Nos ha hecho Prisioneros detrás del Candelabro para ver El lado bueno de las cosas con personas Desencadenadas que querían Romper la primavera. Nos ha dado el Consejo de ir al Fin del mundo a disfrutar de la inGravidez con Amor: ha sido Una cuestión de tiempo.
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