Un dueto de uno.

En una semana donde la dilatada temporada de premios cinematográficos llega a su espectacular culminación en los Premios Oscar, en La Llave Azul tenemos la necesidad de recordar una película totalmente marginada en las grandes categorias de dichos premios (y anteriores) pero merecedora de infinitos reconocimientos. El último trabajo de los Coen, A propósito de Llewyn Davis es uno de los mejores trabajos de la cinematografía americana 2013 y una de las mejores cintas de los archiconocidos hermanos. Su película más personal, a juicio.


Cada persona tiene a ese alguien especial. Puede ser un familiar, un amigo o tu pareja. Es alguien que ha sido capaz de llenar tu vida, de convertirse en tu compañero en el tiempo. Parte de ti está en él y en él estás tú. Os habéis vuelto el perfecto complemento del otro, un dueto. A propósito de Llewyn Davis es una canción sobre la perdida de una de las partes de ese dúo, y más en concreto, es el trabajo más personal de los Coen.



Los dos hermanos más reconocidos del cine tratan la hipotética inseguridad que surgiría a la muerte de uno de ellos. Joel y Ethan Coen desde sus inicios han creado películas increíbles, pero eso sí, siempre juntos. Como Llewyn Davis, junto a su compañero de dúo. Por ello, el protagonista podría ser perfectamente el reflejo de uno de los hermanos Coen ante la pérdida del otro. La pérdida ya no consistiría en intentar suplir el abandono impuesto sino que también llevaría a intentar rellenar el hueco surgido para, así, poder continuar creando. Continuar una carrera en solitario entre el desconcierto fruto de la repentina desaparición de tu fiel compañero, de tu otra mitad.



Frases como "Un consejo: vuelve con tu compañero" serán escuchadas por Llewyn durante toda la película. Sus conocidos y amigos le transmitirán, explicarán y recordarán lo mucho que echan de menos a esa desaparecida mitad del dúo y lo infinitamente mejor que funcionaban juntos, antes, que ahora Llewyn solo y, por desgracia impostada, por separado. El guión de A propósito de Llewyn Davis es tan increíble y está tan bien escrito que es capaz de transmitir, emocionar y asfixiar con ese vacío que genera una pérdida como la que se retrata. Cada escena es capaz de reflejar ese sentimiento, sin ni siquiera tener que nombrar al desaparecido. Esa soledad perpetúa, esa herida eterna, es la mejor baza que nos ofrecen los Coen.



Otra de las cartas ganadoras, de los ases, por las que los directores apuestan en su temática y narración es la búsqueda de la autenticidad del artista. Centrándonos más en el terreno musical pero bien extrapolable a cualquier otro arte. La autenticidad de Llewyn se encontraba en el dúo, ahora que no tiene eso que hacía a su música especial, se vuelve algo anodino artística y comercialmente. Un fracasado. La búsqueda de ese "algo" le llevará a encontrarse con el personaje interpretado por Justin Timberlake, el cual, junto a su grupo, toca canciones pegadizas, realmente estúpidas, y puramente comerciales... Pero económicamente efectivas. Llewyn será tentado a caer en ese mundo durante su camino para encontrarse a sí mismo.



Una de las principales características de los Coen como directores es la capacidad de crear películas desde y sobre la nada. Son unos auténticos maestros de la escritura cinematográfica y unos expertos en la composición narrativa, por ello se pueden permitir el lujo de destruir la forma clásica de contar una historia y realizar algo insólito y arriesgado. Incluso se permiten burlarse de una narrativa perpetuada por el libro “¡Salva al gato!”. En él se trata la creación de una historia y como deben comportarse los personajes para que el espectador empatice con ellos, planteando algo tan simple como que si el protagonista salva al gato, los espectadores estarán apoyándolo durante toda la película. Pues bien, Llewyn logra en cierto modo salvar el gato pero resulta un personaje antipático y realmente "malo" en el sentido más realista de la palabra. Los hermanos no parecen ser fans de una narrativa que se basa más en antecedentes que funcionaron sino que prefieren, gracias a Dios, construir un mundo y un modo de narrar particular y único según las condiciones que exige el relato.



La frialdad y la soledad del mundo nevado donde sobrevive Llewyn es representada de una manera sobresaliente por la dirección fotográfica, siendo así una de las películas de la temporada con mejor cinematografía. La imagen acompaña a la música folk que conmueve con la impresionante voz de Oscar Isaac. Por supuesto los actores están en estado de gracia constituyendo un reparto que, como todas casi todas las películas de la temporada de premios anual, brilla con luz propia. Cabe destacar al propio Oscar Isaac como comenté anteriormente, una revelación que lleva estupendamente un papel nada fácil que abandona cualquier intento de crear un personaje agradable al espectador. Parece ésto insuficiente para la Academia que, injustamente, le ha negado la candidatura.



Joel y Ethan Coen demuestran seguir siendo los mejores creando unos personajes únicos. Todo ello perpetrado por una imagen y música que nos adentra en los sentimientos y en el propio corazón del músico e incluso en el miedo de los hermanos. Son capaces de destruir una narrativa convencional, enseñándonos como se puede crear un guión sobresaliente tratando la ‘nada’. Unas interpretaciones fabulosas completan la dotación de una magia melancólica que abraza a A propósito de Llewyn Davis volviéndola una de las obras más importantes en la filmografía de los Coen, y eso ya es decir mucho.

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